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Vladimir Marin

Julián

En el verano de 2020, yo tenía 17 años y me acababa de graduar de la high school. Mis amigos habían pasado sus últimos meses de la escuela solicitando ingresos a universidades y recibiendo cartas de admisión, y pronto estarían mudándose de sus casas a sus dormitorios universitarios. Fue un tiempo increíblemente emocionante.

Desafortunadamente, yo no pude compartir esa emoción y felicidad.Mis cuatro años cursando la high school, me había dedicado a mis estudios, a tener buenas notas y logré graduarme con honores.

A pesar de todos mis triunfos escolares, yo era (y sigo siendo) indocumentado. En el estado de Georgia, donde he vivido toda mi vida, los estudiantes indocumentados tienen prohibido asistir o solicitar ingreso a las cinco universidades públicas más grandes del estado, y todas las demás universidades cobran los costos de matriculación a precios de “out-of-state” o fuera del estado.


Los estudiantes indocumentados también somos inelegibles para recibir cualquier tipo de ayuda financiera federal. Todo esto me impidió a mí, como a muchos estudiantes indocumentados, continuar mi educación.

Además de no poder estudiar, tampoco podía trabajar. No tenía ninguna forma de identificación que me dejaría trabajar legalmente. Sin una licencia, pasaporte o identificación, no tenía muchas opciones.

Después de un proceso largo y de varios miles de dólares gastados en abogados y tarifas, mi familia fue informada, sin explicación alguna, que nuestra petición para la residencia había sido negada y aguardábamos ser colocados en procedimientos de deportación.

Esos eran algunos de los meses más difíciles, más agotadores e inciertos de mi vida.

Los siguientes años al fin encontré empleo y fue en Freedom University, una organización que provee cursos a nivel universitario, clases de preparación para exámenes estandarizados y ayuda con solicitudes para becas y ayuda financiera para estudiantes indocumentados en Georgia.

Mientras tanto, así como yo, miles de personas aguardan ansiosamente la decisión del Tribunal Supremo para recibir el DACA o el DAPA y al fin poder tener acceso a más educación, yo no pierdo la esperanza de al fin ser un ciudadano reconocido, seguire trabajando en ello.



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